viernes, 4 de noviembre de 2011

¡No es más que la puerta de entrada!

El sufrimiento de los judíos continuaba, y aunque Ana Frank no lo estaba viviendo en carne propia, el escuchar los relatos sobre los castigos que sufrían los judíos, hacia que lo sintiera.
Esas pobres gentes habrán de morir, la cámara inglesa hablaba de la cámara de gas, esa era una de las mejores formas de morir sin sufrir demasiado, esto le enfermaba,  pero siguió escuchando los horrores, todos los días salen los trenes llenos de muchachos de ambos sexos que van a trabajar obligadamente en Alemania. Algunos tratan de escapar cuando el tren se detiene en algún crece, algunas veces resulta, pero no siempre, pero aun no terminaban las lamentaciones,  uno de los últimos métodos para castigar a los saboteadores, es lo más horrible, detienen ciudadanos inocentes y respetables, y anuncian la ejecución en caso de que alguien realice un sabotaje y como se desconoce a los responsable, la Gestapo, sencillamente, escoge a cuatro o cinco de estos rehenes y los ponen en contra del paredón. Muy seguido aparecen en el periódico el nombre de los muertos.
Las cosas empezaron a complicarse el padre de Ana Frank estaba enfermo, tenía fiebre y le comenzaron a aparecer granos en la piel como sarampión, eso la tenia realmente preocupada, lo peor es que no podían ir a buscar un doctor, su madre los últimos días ha estado muy nerviosa, lo cual para ella implicaba un peligro, ya que su mama se desquitaba, ella decía ¿será verdaderamente casual que yo siempre sufra las consecuencias de ese nerviosismo?, ella intentaba aferrarse a su papá, ya que la relación con su madre no era buena, cada día que pasaba la despreciaba más y era por el que conservaba algunos de sus sentimientos a su familia, su papa no comprendía que a veces tenía que desahogarse acerca de su mama pero el siempre evitaba todo lo que se relacionara con sus defectos y sin embargo era su madre, con todos esos defectos, no sabía qué actitud tomar, no podía decirle abiertamente que era dura, sarcástica y desordenada, ya no podía más. Ana Frank utilizo una frese que decía No me juzgues, sino considérame, simplemente, como alguien que a veces siente que la copa se le está derramando.
Realmente le estaba afectando la actitud de su madre y la preferencia que le daban a Margot,  la única solución para sentirse bien es escribir en su diario con su amiga Kity así lo llamaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario